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lunes, 6 de mayo de 2013

Maniac: Un slasher ochentero con Elijah Wood.





Los Dos Rostros de Elijah.

Viendo la procedencia muy variada del bueno de Elijah Wood, inglesa, austriaca, alemana y danesa. Y además haber nacido en Cedar Rapids (Iowa), le otorga una personalidad diferente en el panorama actual cinematográfico aunque construido a base de presentarse a castings publicitarios.
Su rostro infantil le permite realizar los papeles más variados, sin duda, esta estampa angelical le dirige con sólo 8 años ha convertirse en una posible y futura estrella emergente con la película Regreso al Futuro II, eso sí con un diminuto papel. Por el contrario ese papel calculado y estudiado, por sus facultades interpretativas le otorgan diferentes visiones de un mismo rostro, llegando a convertirse en el mismísimo Frodo Bolsón y un actor reconocido en todo el mundo.

Sin embargo, todo lo que reluce, puede tener un lado oscuro. Y Elijah Wood lo tiene, y muy oscuro... y salvaje.
Para ello, se han debido conjugar una serie de factores en el filme llamado Maniac, y es que el director Franck Khalfoun nacido en Paris, Ile-de-France, decidiera que además de participar como actor se decidiera a realizar películas. Esta que nos ocupa es actualmente su tercer largometraje después de dos intentos algo descafeinados.
Otro factor es una relación de alta tensión con dos nuevos personajes afamados en esto del cine de terror, como el director y guionista Alexandre Aja y su fiel escudero en las labores de dirección y escribano llamado Gregory Levasseur. Ambos comunicarían con Franck para participar como actor en un film de culto llamado Alta Tensión.

Pues bien, parece que esta relación francesa se mantiene hasta convertirse en un triángulo de terror bizarro. Con participaciones de unos con otros, hasta llevar al bueno de Franck Khalfoun a actuar en el filme de Aja con el título Piraña 3D, y decidirse desde hace 6 años a la dirección de películas. Y realmente se puede aseverar que el guión de Maniac ideado por los parisinos Aja y Levasseur es atractivamente salvaje y convincente. En cambio, aunque pareciera original se basa en un film ochentero con la misma idea y título, dirigido por William Lustig creador de varios slasher sobrepasando la Serie B, y convertido aquí en 2012 en productor de la nueva visión de su película.

Nos encontramos ante un trabajo convencional, pero con grandes cuestiones a plantear que lo hacen diferente. El primero y ya remarcado es que se jacta de poseer un rostro angelical (engañoso) para crear un protagonista ciertamente desequilibrado y que sugiere un registro idóneo para la historia que se quiere contar. Elijah Wood como estrella mediática, es poco común en este tipo de films y se configura como serial killer a la altura de los últimos y notables individuos con psicopatías sexuales.

Por otro lado, no es la primera vez que Elijah demuestras esas dotes para la atracción turbia de sus personajes y su pasión por la colaboración en películas de terror. Desde su papel de niño estrella en El Buen Hijo, a películas como The Faculty, Los Crímenes de Oxford, y sobre todo su papel de peligroso asesino llamado Kevin en Sin City.
Todo ello demuestra su lado más salvaje de individuos verdaderamente problemáticos.

Otra característica que predomina en Maniac es la variable tendencia del director en conseguir un efecto terrorífico, ocultando con habilidad y acierto el rostro reflejando la tensión y el desequilibrio del actor. Esto produce por medio de la técnica de rodaje en primera persona, un efecto de sorpresa e impacto superior cuando aparece en escena el sufrimiento y la gesticulación necesaria para dotar al asesino de toda la carga dramática.
Elijah navega en todo momento por un terreno comprometido con su calidad como intérprete y sale indemne, gracias a la dosificación de sus primeros planos y la estructura narrativa. Un total acierto para un delicado rostro de tan solo treinta y dos años.

Además el elenco se abastece de dos figuras femeninas para el recuerdo, una de ellas conocida por Cinecomio en la extraña y salvaje película titulada Neighbor realiza un papel escueto como la madre libertina de este maniaco, America Olivo un nombre (españolizado) a recordar por los aficionados al terror y scifi. También recaban la atención las diferentes y variadas víctimas, entre las que se encuentra la francesa Nora Arnezeder una emergente y solicitada actriz en proyectos futuros y de gran belleza. No creo confundirme mucho si digo, que oiremos hablar de ella en el futuro.
El reparto se cierra con la canadiense versada en el género y en proyectos televisivos Liane Balaban y algunos rostros relativamente nuevos, sacados de filmes afamados con pequeños papeles en su haber como Megan Duffy, Genevieve Alexandra, Jan Broberg o Steffinnie Phrommany, todas ellas pasadas por el filo del cuchillo carnicero.

Maniac es una película que lleva implícito en su título las intenciones, la obsesión y la violencia de un asesino en serie esquizofrénico y psicótico, un depredador sexual hasta la náusea. En el más puro estilo de los desviados neuróticos, física y emocionalmente trastornados por infancias desajustadas, y que han bañado de sangre la cinematografía en los últimos años.
Elijah luce como su cuchillo, peligroso y angustioso "killer", ya que prácticamente recae sobre sus acciones todo el peso de la acción, aunque no aparezca su fisicidad en pantalla siempre está presente como un depredador. La sangre de sus víctimas demuestran el salvajismo con el que se desarrolla su cacería. El desgarro en estado puro.

Franck Khalfoun no explota una colección de gestos apesadumbrados guardando los ases impactantes bajo la manga del director, sino que propone una violencia contenida y acechante en un principio, para con golpes de efecto dejarnos aterrorizados. Las persecuciones a pie por rincones de la ciudad de Nueva York, son amenazadoras manejando un ritmo pausado e inquietante, demostrando que la sugestión del peligro es igualmente válida para causar el efecto de amenaza, dónde la presa se ve acorralada hasta su fin. Luego la brutalidad fría deja el incuestionable sello de sus guionistas.

El personaje en cuestión de nombre Frank Zito, se recrea en personajes cinematográficos anteriores. Muy especialmente rinde un homenaje "sonado" al Buffalo Bill ideado en la novela de Thomas Harris, y dirigida posteriormente por Jonathan Demme. Ya que las evidencias de rendir cuentas a El Silencio de los Corderos es directamente proporcional a las depravadas aficiones y desviaciones de ambos psicópatas. Esa afición por la naturaleza muerta, la feminidad amenazada y las secciones epidérmicas.
Sin duda, no se descubre nada en esta relación, en cambio la diferencia se basa en la construcción de la imágenes y la forma de contar historias similares, en las que el maestro Alfred Hitchcock ya abriría camino en su Psicosis.

Por último, una curiosidad de aficionado al cine del terror.
No creo que cualquier persona del género femenino, se sienta a gusto viendo esta violencia sin sentido (aunque camuflada en determinadas secuencias), y posiblemente se pueda sentir ofendida ante la explicitación del depredador sexual. Sólo puedo decir, un dicho muy español como A cada cerdo le llega su San Martín.

Pues, el director Franck Khalfoun guarda una justicia poética, onírica y de complicidad con las víctimas.
En Maniac nos hallamos en una visión de la mujer como icono de la venganza, despachando la imagen hipotética de los individuos violentos que puedan estar patrullando libremente los rincones abandonados y oscuros de nuestras calles.
Una pincelada de irrealidad que marca la diferencia de tanto realismo desconcertante y asesino.

*** Buena ****



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